Dudas y preguntas frecuentes

¿Qué entendemos por abuso sexual en la infancia?

Un modo que tenemos de definirlo es: la irrupción de la sexualidad adulta en la vida de un niño, niña o adolescente sin madurez para comprender el hecho, ni tener la capacidad de consentir debido a diferencia de edad o de autoridad. El abuso sexual contra la infancia es un descomunal abuso de poder.

 

Aquí compartimos la definición de la Lic Lopez:

 

“ Se considera Abuso Sexual contra la infancia a involucrar al niño en actividades sexuales que no llega a comprender totalmente, a las cuales no está en condiciones de dar consentimiento informado, o para las cuales está evolutivamente inmaduro y tampoco puede dar consentimiento, o en actividades sexuales que transgredan las leyes o las restricciones sociales “

 

Lopez, María Cecilia. Abuso Sexual. Como prevenirlo, como detectarlo. 1ed. Buenos Aires. Paidós. 2010

¿Existe algún modo en el que pueda darme cuenta si algún niño, niña o adolescente está sufriendo abuso sexual?

Debido a la alta frecuencia de este delito la Lic Maria Muller repite una frase en sus exposiciones: “ ante cualquier cambio en la conducta del niño, niña o adolescente PENSAR en Abuso…”.

En nuestra experiencia, muchos y muchas de nosotros/as nos planteamos ¿Cómo nadie se dio cuenta? ¿Cómo ninguno de nuestros adultos reparó en nuestros múltiples signos? ¿Cómo no nos creyeron cuando hablamos?

¿Cuál es la frecuencia del ASI?

Según un informe del Consejo de Europa : 1 de cada 5 niños, niñas y adolescentes padece ASI antes de cumplir 18 años. Entre el 70 y el 85% conocen a sus agresores/as. En nuestra experiencia esta estadística se comprueba cotidianamente: no existe ámbito en el que vayamos a compartir nuestros testimonios en el que después de escuchar nuestros relatos no se acerquen sobrevivientes adultos/as que nos comentan que han padecido este delito en manos de sus padres/madres, tíos/as, hermanos/as, abuelos/as, padrastros/madrastras. (http://adultxsporlosderechosdelainfancia.com/el-maravilloso-efecto-multiplicador-de-nuestros-testimonios/)

 

Para más información: Abuso sexual en la infancia: guía para orientación y recursos disponibles en CABA y Provincia de Buenos Aires. Autoras: Bianco, Watcher, Chiapaparrone, Muller. GuiaASI2015

¿Por qué nos decimos sobrevivientes?

Porque el trauma del ASI es comparable a haber estado en una guerra o campos de concentración. Sabemos que muchos compañeros y compañeras padecen suicidios, accidentes y adicciones.

 

Por eso utilizamos el nombre de sobrevivientes aunque a muchos de nosotros/as nos gusta más el nombre de militante o activista. Sabemos que primero tuvimos que reconocernos como víctimas, para luego transitar hacia sentirnos sobreviviente y luego activista y militante.

¿No es mejor olvidarse del abuso que estar toda la vida recordando?

Nosotros y nosotras sabemos por propia experiencia que el olvido no es posible. De hecho muchos/as de nosotros/as nos pasamos décadas intentando dejar atrás y olvidar, pero no pudimos. Empezamos a desarmar el pesado equipaje que llevábamos en nuestras espaldas cuando logramos hablar y contar nuestros recuerdos, en un ambiente empático y amoroso.

¿Qué debo hacer si alguien me dice que fue abusado/a sexualmente:?

Escuchá con atención: por alguna razón la persona te eligió a vos para confiarte un secreto que quizás lo lleva por años, la escucha atenta es una reacción más que saludable

 

Percibí lo que sentís mientras estás escuchando (dolor, angustia, miedo, escozor, vergüenza, rechazo, etc), pero no digas nada apresuradamente. No te asustes, el abuso sexual contra la infancia es una experiencia horrorosa y es normal que tengas sentimientos y pensamientos confusos.

 

No intentes dar respuestas que inviten a “ resolver “ el problema

 

NUNCA digas: “esto ya paso”, “olvidate”, “ ¿por qué venís después de tantos años a hablar de esto?”, “da vuelta la página”, “esto pasó hace mucho…” “¿estás seguro/a?”

 

Creé en la veracidad del relato

 

Permití que la persona llore o exprese sus sentimientos.

 

A veces un abrazo, una mirada atenta y escuchar es suficiente.

 

Tené en cuenta que estás asistiendo a uno de los más importantes pasos en la sanación del/la que te eligió como escucha.

 

Si por desconocimiento, sorpresa, susto, esta situación ya sucedió y no pudiste comportarte con la responsabilidad que requiere, siempre estás a tiempo de volver a conversar del tema con la persona que te tuvo confianza. A los/as que fuimos abusados/as, el mayor daño nos lo hace el silencio. Tu gesto de volver sobre el tema, después de haberte planteado su importancia, puede ser muy importante y liberador.

¿Creen que es posible perdonar al abusador/a?

No creemos que se pueda perdonar por sola voluntad. Si algún/a compañera/o quiere y puede perdonar a su agresor/a, nos alegra por él/ella, pero nos parece más importante y urgente reconocerse como víctima de un delito y sentir empatía por el niño/ niña que fuimos que esforzarse en perdonar a los/ las adultos/as que nos dañaron.

¿Cuáles son los síntomas de ASI?

Los Signos y Síntomas de los/as sobrevivientes de Abuso Sexual en la infancia son múltiples, existiendo indicadores físicos y psicológicos que varían según la edad y etapa evolutiva de la victima.

 

Como sobrevivientes adultos/as nos sorprende que nadie de nuestro entorno haya sospechado nuestro sufrimiento, debido a que la mayoría de nosotros/as hemos tenido múltiples síntomas físicos y conductuales que pasaron desapercibidos por familiares, docentes, médicos.

En el caso de los niños y niñas los modos de contarnos lo que les sucede es variado, lo hacen a través de dibujos, cuentos, juegos y muchas veces nos dicen con palabras lo que les sucede! El problema lo tenemos los y las adultos/as que no sabemos escuchar!

Por eso es fundamental la sociedad adulta dispuesta a convertirse en la aldea protectora. Todo adulto/adulta de buena voluntad puede ser el que de la voz de alarma y puede ser el adulto/a protector/a que cambie la suerte de ese niño, niña o adolescente.

 

Te invitamos a leer:

 

Lopez, María CeciliaAbuso Sexual. Como prevenirlo, como detectarlo. 1ed. Buenos Aires. Paidós. 2010

¿Se puede ser feliz después de haber sido abusado/a?

Claro que sí! Podemos amar y ser amados.

Se puede vivir en paz conociendo los dolores que traemos desde nuestra infancia. Lo que más daño nos ha hecho es el silencio, la vergüenza, el no haber sido protegidos/as, ni entendidos/as. Cuando hablamos y somos escuchados/as podemos asumirnos como víctimas de un delito, fuimos niños, niñas y adolescentes traicionados por los/as que debían cuidarnos. Al vivenciar que no fuimos culpables ni responsables empieza nuestra recuperación. Como dice Boris Cyrulnik: “una adversidad es una herida que se inscribe en nuestra historia, pero no es un destino”.

¿Qué actividades realiza Adultxs por los derechos de la infancia?

Los Adultxs por los Derechos de la Infancia realizamos una tarea permanente de visibilización del delito de abuso sexual en base a compartir nuestros testimonios con la sociedad, además ofrecemos a la comunidad un espacio de Encuentro Solidario de Pares semanal, para que toda persona adulta que haya sufrido esta injusticia, o se encuentre acompañando a un niño, niña o adolescente víctima, pueda compartir su experiencia, en un ámbito anónimo y de escucha empática.

Adultxs por los Derechos de la Infancia tiene un espacio mensual de formación desde nuestros inicios en el 2012 donde compartimos herramientas teóricas, nos visitan especialistas, leemos, pensamos, sacamos conclusiones, aprendemos a interpelar la sociedad de la que somos parte. Esta actividad es abierta a la comunidad y gratuita. Porque para cambiar una realidad primero hay que entenderla.

¿Por qué es tan importante la visibilización de este delito?

Como sobrevivientes adultos/as del delito de abuso sexual en nuestras infancias y adultos y adultas protectores de niños víctimas en el presente sentimos la profunda convicción de que es nuestra obligación brindar nuestros testimonios de dolor, lucha y esperanza para contribuir a dar voz a los niños, niñas y adolescentes que hoy están padeciendo esta injusticia, y a las múltiples víctimas y sobrevivientes adultos/as que aun están silenciados/as y aislados/as. Este delito tiene como sus mayores cómplices el silenciamiento y el ocultamiento, lo sabemos. Nuestras vidas son ejemplo viviente del daño del silencio y de la herramienta de resiliencia que es romper el silencio colectivamente.

¿De qué se trata el grupo solidario de pares?

Es un espacio donde nos reunimos semanalmente para compartir de manera anónima, empática y solidaria, nuestras experiencias como adultos/as sobrevivientes de este delito, y protectores de niños, niñas y adolescentes víctimas en el presente. Desde el inicio de la pandemia, nuestras reuniones son virtuales, dando la posibilidad de compartir la reunión con compañeros y compañeras de todo el mundo.

 

Y comprobamos, semana a semana, con gran alegría, que con nuestro sencillo recurso de compartir la palabra, se van disolviendo los sentimientos de soledad, aislamiento y vergüenza que tanto daño nos causaron; constituyéndose en una formidable experiencia colectiva, fácilmente replicable.

 

¿Qué es la resiliencia?

Para nosotros es una condición diaria y cotidiana. Cada día afianzamos nuestra resiliencia cuando nuestras historias de dolor sirven para intentar cambiar la suerte de la infancia de hoy. Cuando acompañamos a un niño o niña a un juicio, cuando recibimos con amor a un compañero/a nuevo/a…

Sabemos que la resiliencia se construye en el discurso social, por eso nos esmeramos en dar un mensaje esperanzador al hablar en medios masivos y tratamos de que la sociedad entienda que cuando se habla de manera pesimista con respecto a las víctimas se les está dando un pronóstico a las víctimas y sobrevivientes que están escuchando. La resiliencia se enseña, se multiplica. La sociedad de la que formamos parte tiene que aprender a recibir a sus heridos y heridas. Quién mejor que nosotros y nosotras para enseñarlo, mostrarlo, vivenciarlo?

Agradecemos infinitamente a los que nos han compartido sus hallazgos, como el doctor Boris Cyrulnik, quien nos aporta luz y esperanza para continuar nuestro camino colectivo.

¿Hay que cambiar el concepto de familia?

Creemos que familia es la que ama, cuida y protege

Creemos como dice Ulloa que la familia tiene tres características: el alimento, el abrigo y el buen trato. Creemos que la familia es el territorio de la ternura.

Por lo tanto el abuso sexual, físico , la violencia, la indiferencia, la frialdad, el desamor no son gestos que corresponden a lo familiar.

Esta valoración es fundamental a la hora de defender la integridad de un niño, niña o adolescente.   Sobre todo en el abuso sexual incestuoso . Sabiendo que el adulto/ adulta agresor/a es quien rompió el vínculo, por ese motivo no llamamos más padre o madre a los y las abusadores sino progenitor/ progenitora.

Lo que tenemos que defender es el concepto de infancia y la obligación que tenemos los y las adultas de “ser familia” de la cría humana, tengamos o no lazos de sangre. Como dice nuestra querida Alice Miller hay que modificar el cuarto mandamiento: en vez de “honrarás a tu padre y a tu madre” debemos honrar a nuestros hijos e hijas.

¿Por qué somos fanáticos/as del encuentro de pares?

Es frecuente encontrarnos disfrutando la agradable sorpresa que sentimos cuando asistimos a una reunión entre pares. En nuestro caso, nos une el haber sido abusadas/os sexualmente en la infancia, el ser madres o adultos/as protectores de algún niño, niña o adolescente que está padeciendo esta injusticia, o simplemente ser un adulto/a comprometido/a y sensible.

 

Lo cierto es que cuando nos encontramos con otro ser humano/a que pasó por la misma experiencia traumática, primero, nos es más fácil sacarnos la mochila de “vergüenza” y silencio que llevamos habitualmente.

 

Una vez que podemos hablar o simplemente escuchar atentamente lo que dicen nuestros/as compañeros/as, sucede el otro milagro que es poder dar nombre a las múltiples emociones que por años venimos experimentando.

 

El/la otro/a, otros/as le ponen nombre a lo que siento. Y no me juzgan. Eso le da lugar a mi emoción. La valida.

 

Es a través de esta experiencia que me siento comprendido/a, contenido/a y más liviano/a que antes de haber llegado.

 

Ahora sé que hay algunos/as a los/as que les sucedió lo mismo que a mí.

 

Y compruebo que estas/os compañeras/os, también sienten o han sentido miedo, vergüenza, desamparo, odio, soledad y tantas otras cosas como yo.

 

Y cuando escucho a un/a compañero/a, “siento” lo que el/ella está relatando. Ahí conozco o revivo sentimientos de angustia, compasión, profunda empatía hacia ese otro/a que está sufriendo tanto. Y ese/a compañero/a me ayuda a vivenciar emociones: siento piedad y amor, sentimientos que jamás me permití sentir por mí.

 

El grupo se comporta como un verdadero recurso sanador, debido a que “pone nombre” a lo que hasta ese momento estaba oculto.

 

En el grupo puedo hablar y llorar a mares por algo que me sucedió a los 4 años aunque hoy tenga 80, y nadie va a decirme “eso ya pasó”, “tenés que mirar hacia delante”,” de nuevo con eso”,” ¿no pensás perdonar?”, “¿cuándo te vas a olvidar?”. Cada uno/a de nosotros/as cuenta con múltiples anécdotas en donde hasta profesionales nos han planteado que debíamos “ dar vuelta la página” o debíamos perdonar a nuestro/a abusador/a o a sus cómplices.

 

Cuando estamos en el grupo, nuestros compañeros y compañeras saben que no podemos olvidar, que hemos llevado el odio y el desprecio hacia nosotros/as mismos/as porque no nos era permitido odiar o tener sentimientos contradictorios hacia nuestros adultos y adultas responsables. En líneas generales, fuimos obligados y obligadas a callar y ocultar nuestros sentimientos.

 

Mis compañeros/as no juzgan porque les pasa lo mismo que a mí.

 

El encuentro entre pares es un espacio lleno de empatía y de auténtica compasión.

 

Lo que da paz es poder hablar del dolor mansamente.

 

No nos gusta hablar de curación. Nos gusta hablar de paz, empatía, compasión, solidaridad, ternura, justicia.

 

Nos gusta hablar de que nos conocemos un poco más cada día y cuanto más sabemos, más aprendemos a amarnos y a mirarnos con ternura. Ya dejan de ser “locos” los modos o las reacciones. Sabemos que responden a emociones dolorosas y que ese dolor nació de algo concreto: los y las adultas que debían protegernos nos dañaron y la mayoría de las veces no encontramos a ningún/a otro/a adulto/a al que pedir ayuda, y cuando nos animamos a hacerlo no nos cuidaron, no nos creyeron o hicieron como si no existía nuestro dolor.

 

Durante años muchos/as guardamos en secreto nuestros dolores de infancia, muchos de estos dolores, dieron lugar a múltiples conductas (desconfianza, falta de autoestima, autoagresión, anorexia, adicciones, etc) y múltiples síntomas físicos (fobias, crisis de pánico, colon irritable, insomnio, etc.). Ya es momento de empezar a soltar.

 

Cuando me encuentro con un par y me permito sentir y “ponerle nombre” a mis emociones, puedo, quizás por primera vez, evidenciar que no hay riesgo en sentir y hablar de lo que siento.

 

Puedo hablar y sentir y ya no hay riesgo.

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